Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1881-1882 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 2 de junio de 1882
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 142, 3967-3968
Tema: Base 5ª Arancelaria

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Agradezco a mi antiguo amigo el Sr. Balaguer sus buenos deseos respecto a mí; porque pocas cosas hay más agradables que tener buenos y leales amigos, y S. S. me desea amigos buenos y leales. Quiero, sin embargo, que esos buenos, esos leales amigos no duden de mí con la facilidad con que S. S., tan bueno y tan leal amigo mío, ha dudado de mí continuamente (Risas); y lamento que no depositen en mí la confianza que se tiene siempre en los que se reconocen por buenos y por leales amigos.

Su señoría tenía ese papel guardado. Para algo lo tenía; pero, créame S. S., no ha llegado la ocasión ni llegará de que se me aplique; y si hubiera llegado, habiendo sido S. S. un amigo mío tan bueno y tan leal, todos tendrían derecho a recordarme esas palabras y aplicármelas, menos S. S. (Pide la palabra el Sr. Balaguer.) Prescindiendo ahora de las amarguras que el señor Balaguer asegura estar pasando, y que bien pueden compensarse con las que S. S. me ha hecho pasar, que no han sido pocas ni pequeñas; sintiendo como siento, las amarguras por que S. S. pasa ahora, debo asegurarle que después de todo lo que he dicho, ha quedado en pie. Primero, que la responsabilidad de este debate depende en gran parte de S. S. y sus amigos; porque el Gobierno lo rehuía, hasta el punto de haber yo suplicado una vez y otra vez y muchas veces a mi distinguido amigo el Sr. Moret que no trajera esa cuestión a la Cámara. Yo podía influir más o menos en el ánimo del Sr. Moret; pero al fin y al cabo era él presidente de la Comisión y dueño de su voluntad.

El Sr. Balaguer, en cambio, instaba para que se presentase el dictamen; y aunque a la Comisión bastaba su propia iniciativa, y a mí me quitaba fuerzas para influir sobre el Sr. Moret el hecho de que el señor Balaguer con otros tres o cuatro señores catalanes que le acompañaban quisiera que esta cuestión se plantease. Su señoría había estado de acuerdo conmigo en un principio, cuando yo trabajaba cerca del señor Moret para que esta cuestión no viniera aquí; pero al poco tiempo cambió de opinión S. S. y acompañó al Sr. Moret en su deseo.

¿Por qué ha sido eso? Es posible que sea por las mismas razones que S.S. ha tenido en otras varias cuestiones que a mí se han referido. Su señoría ha sido muy amigo mío, un amigo mío muy legal, no lo dudo; pero la verdad es, que desde que constituí Gobierno, no ha habido un acto mío, pequeño ni grande, reducido ni extenso, que le haya parecido bien; y bastaba que yo pensara una cosa como Gobierno, para que S. S. pensara la contraria. Lo mismo sin duda ha debido sucederle ahora en la cuestión de traer o no este asunto a la Cámara: yo tenía mucho interés en que no se trajera, lo he impedido algún tiempo por cuantos medios me ha sido posible y al fin el Sr. Balaguer ha tenido un interés contrario: no he podido evitar que la cuestión venga, y S. S. ha podido evitarlo, y alguna responsabilidad le alcanza, por consiguiente, en que haya venido. Su señoría ha declarado esta tarde que se unió al Sr. Moret para que la cuestión viniera aquí: pues yo no me uní nunca al Sr. Moret para eso.

Todas mis afirmaciones quedan en pie. He demostrado, y las palabras que S.S. ha leído en un discurso mío lo han confirmado, que yo hacía depender las rebajas de la base 5ª de la duración del tratado de comercio con Francia; sí, lo ha dicho perfectamente S. S., como que ha leído lo que está escrito. ¿Dura el tratado de comercio diez años? Pues si dura diez años el tratado de comercio, en diez años las rebajas de la base 5ª no se realizan. ¿Es que no va a durar diez años? Pues desaparece la consecuencia: este era mi argumento. ¿Qué tenía S. S. que decir a eso? Y quiero que esto quede bien consignado.

En el voto particular del Sr. Torres se dice que se abrirá una información parlamentaria para acordar si conviene o no conviene hacer la segunda rebaja; pero una vez acordada, no se aplicará más que a aquellas Naciones con las cuales tengamos tratados o modifiquen sus aranceles y nos concedan otras ventajas en compensación de esas rebajas. Y vuelvo a mi argumento, ¿Es que la Francia no quiere que se denuncie el tratado? ¿Es que quiere que dure los diez años? Pues en diez años queda tal y como estaba la cuestión y siguen sólo aplicándose las rebajas del primer período de la base 5ª, que es lo que yo he ofrecido. Por consiguiente, he cumplido todos mis ofrecimientos. No quiero que se dé, y esto lo he prometido, no quiero que se haga rebaja ninguna sin las debidas compensaciones por parte de las Naciones que nos las acepten: compensaciones que en último resultado quedan a juicio del Gobierno, y no se otorgarán más que a cambio de otras que los Gobiernos con quienes tratemos nos concedan. ¿No son bastantes? Pues queda a juicio del Gobierno el aceptarlas o no aceptarlas; y si no son suficientes, resultará que las rebajas de la base 5ª son completamente ilusorias.

Su señoría ha hecho gran hincapié en ciertas palabras mías relativas a que más que los intereses de [3967] la industria catalana han podido ser movidos S. S. y los amigos que ya le acompañaron en la disidencia que se suscitó hace pocos días, por otra clase de interés. Como no me duelen las prendas, allá va la explicación. Yo me preguntaba: ¿qué interés puede mover al Sr. Balaguer y a los amigos que le acompañan en estas cuestiones, dado el estado a que han venido las cosas? Realmente, el voto particular de los Sres. Torres y Rodrigañez contiene el máximum a que aspiraban (ni aun aspiraban a tanto) los industriales catalanes, y ahora se les concede; pero ¿cómo se les concede? En oposición a un dictamen suscrito por los señores Moret, López Puigcerver y otros individuos de la Comisión, apoyado brillantemente, como saben hacerlo los Sres. Moret y López Puigcerver.

Resulta que no hay en litigio más que esos dos pareceres: o el voto particular del Sr. Torres, o el dictamen del Sr. Moret: porque el proyecto del Gobierno podía considerarse como término medio entre los dos: más distante del voto particular que del dictamen del Sr. Moret. En último resultado, la diferencia que había entre el proyecto del Gobierno y el dictamen del señor Moret no consistía más que en el principio de reciprocidad. El Sr. Moret dice: "Háganse rebajas, dennos o no compensación, " y nosotros decíamos en el primitivo proyecto: "No se hará la rebaja más que a las Naciones convenidas que nos concedan a su vez ventajas; no queremos dar las ventajas de la rebaja de balde a nadie. "

No es mucha la diferencia en comparación con la que hay entre el proyecto primitivo del Gobierno y el voto particular del Sr. Torres.

Pues bien; al verse el Gobierno enfrente de estas dos ideas, la del Sr. Torres, que se considera más favorable a los intereses industriales de Cataluña que el proyecto de ley del Gobierno, y la del Sr. Moret, que a juicio de los industriales es la muerte de la industria española, el Gobierno ¿ha podido hacer más en bien de los intereses del país, y de Cataluña en particular, que ponerse al lado del voto del Sr. Torres?

Y decía yo: ¿pues qué interés puede mover al señor Balaguer y a los Sres. Diputados que le acompañan, que no vienen a apoyar al Gobierno en esta cuestión, para que no haya duda alguna respecto al éxito del asunto? Porque si se desechaba el voto particular del Sr. Torres, venía el dictamen del Sr. Moret; y entonces, o no es verdad nada de lo que decís de la industria catalana, o el Sr. Balaguer y sus amigos con su intransigencia vienen a decretar la muerte de la industria de Cataluña. (Bien, muy bien.)

Una vez que el Gobierno se encuentra en este caso y marcha precisamente en la dirección que aconsejan los intereses de Cataluña, ¿qué interés tiene el Sr. Balaguer en no seguir al Gobierno en ese camino tan favorable para los intereses catalanes que tiene la pretensión de defender?

Pensando y reflexionando en lo que el Sr. Balaguer ha venido haciendo y diciendo hace bastante tiempo; pensando y reflexionando en lo que han hecho hace pocos días el Sr. Balaguer, y precisamente con algunas excepciones los mismos que le acompañan hoy, decididamente, más que los intereses industriales, mueven al Sr. Balaguer y a sus amigos intereses políticos, y lo que quieren S. S. y sus amigos es, aun produciendo con ello una perturbación en la industria catalana, perjudicar al Gobierno. (El Sr. Diz Romero: El que hace la cuestión política es el Gobierno.) Sea de ello lo que quiera, yo tengo el derecho de pensarlo, y como tengo también el derecho de decirlo, lo digo. (El Sr. Castellet: ¿Y los que admitiendo el voto particular firman una sencilla enmienda?) Serán más tolerantes que los otros, no serán intransigentes en lo que al Gobierno se refiere. (El Sr. Balaguer pronuncia algunas palabras que no se oyen.) Pero si yo no combato a SS. SS.; yo sé lo que es la pasión política. (El Sr. Diz Romero: La pasión política es del Gobierno.) Pues sea; el Gobierno tiene también pasión política; ya lo creo que la tiene. (El señor Diz Romero: No, no es eso.) Pues si no es eso, si no es pasión política, lo siento por vosotros; tanto peor para vosotros, porque entonces, queriendo defender los intereses catalanes, habéis demostrado que lo hacéis muy mal, pues que los estáis perjudicando. (El Sr. Balaguer: Esa es opinión de S. S., no es opinión de Cataluña.)

Lo que veo después de todo, es que el Sr. Balaguer no se hace cargo de los sacrificios que ha hecho el Gobierno para venir a la transacción del voto particular del Sr. Torres; lo que veo es que el Sr. Balaguer y sus amigos no aprecian los sacrificios que ha hecho el Gobierno en esta cuestión; la pasión política les ciega hasta el punto de creer malo todo lo que hace el Ministerio, siquiera lo que hace el Gobierno sea favorable a intereses que ellos están obligados más que nadie a defender. Eso es lo que os digo, porque es lo que opino; y si se ofenden sin razón, lo sentiré, pero no lo podré remediar. (El Sr. Baró: Pido la palabra.)

Por lo demás, Sr. Balaguer, me alegro de que entre S. S. y yo queden liquidadas las cuentas, en las cuales yo resultaré siempre el más favorecido. Me alegro mucho del saldo, en el cual ha de resultar mucho a mi favor. En la amistad que entre los dos ha habido, yo he sido siempre realmente favorecido.

Su señoría a mí no me debe nada; yo debo mucho a S. S., y se lo agradezco en extremo; cualquiera que sea la posición de S. S., ya se siente en el banco encarnado, ya en otro banco, cualquiera que sea su situación, yo siempre recordaré con gratitud y cariño los favores que le debo y los medios que me ha proporcionado para elevarme a la altura en que inmerecidamente me encuentro. (Bien, muy bien.) [3968]



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